La verdad de los pañales: Lo bueno, lo malo y lo apestoso
¿Hiciste qué con el pañal? Las mamás comparten contigo sus historias con los pañales.
El "¡te toca a ti!": "Cuando el bebé lloraba durante la noche, le pedía a mi esposo que lo atendiera. Mi esposo se levantaba para cambiar el pañal y yo me quedaba dormida de nuevo. Me lo merecía. Esta tarea me tocaba a mí durante el día, todos los días. ¡Le dejé el turno de la noche a mi esposo! En su defensa, jamás se quejó".
—Sally Newman, mamá de un niño en Flint, Michigan
¡Estás contratada! Siempre me preocupaba por que se me fueran a acabar los pañales en el momento menos pensado. Por eso los guardaba en todo lugar donde pudiera - en la canasta de revistas de la sala, en la guantera del carro y hasta en los bolsillos de mi chaqueta. Cuando mi hija ya tenía 18 meses, fui a una entrevista para un trabajo que quedaba más cerca de la casa. Ese día me dio un resfriado. Durante la entrevista metí la mano en el bolsillo en busca de un pañuelo y - ¡uy!— ¡era un pañal talla 4! La mujer a cargo de la entrevista se río y me dijo que también era mamá. Fue un buen rompehielos. ¡Ah, y me dieron el trabajo!".
—Monique Snyder, San José, California
El pánico al popó: "Un día, cuando mi bebé, que tenía 2 semanitas de nacido, estaba descansando de lo más bien en su sillita mecedora, escuche repentinamente un sonido raro tipo metralleta viniendo de su cuarto. ¡Era popó! Al bebé lo limpié, lo coloqué de nuevo en la sillita y pasó otra vez. Y otra vez. Ya era tarde y, en pánico, llamé al número de emergencia del pediatra. El doctor me devolvió la llamada, me escuchó y me dijo que no me preocupara. Los popós tipo mostaza son completamente normales para los bebés que amamantan. No podía creer lo nerviosa que me puse, pero me sentí bien al llamar al doctor. Aunque parecía una loca al teléfono, valió la pena asegurarme, gracias al doctor".
—Chelsea Brodie, mamá de un niño, San Francisco, California
Utiliza los halagos a tu favor: "Siempre lograba que mi esposo cambiara los pañales muy muy sucios con decirle, "¡el bebé te quiere ver!" –y entregándole el bebé. Aunque me miraba con incredulidad, igual nunca fallaba".
—Sarah Ludwig, mamá de cuatro niños, Chelsea, South Dakota
El cambio es bueno: "Bueno, esto puede sonar un poco raro, pero siempre me gustó cambiarle los pañales de mis bebés. Me mantenía súper ocupada con las tareas: alimentando, sacando los gasecitos, limpiando la casa y tratando de respirar. Pero cuando ponía al bebé en el cambiador, era nuestro momento a solas. Nos mirábamos a los ojos, les cambiaba los pañales y les daba besitos en sus barriguitas. Claro que no me gustaban esos popós atroces, pero, en general, me gustaba cambiarles los pañales".
—Ellen Tannan, mamá de dos niños, Maplewood, Nueva Jersey